Hoy no hay sombras que me
acechen en la noche, ni memorias
que revivan a los muertos.
Cálidos se sienten los recuerdos,
y las finas telarañas de mis
miedos hoy no traen
de acompañante a Satanás.
Hoy el sueño está calándome
los huesos y no hay monstruos
esperando al otro lado.
Las miserias, escondidas,
se acobardan en esta
improvisada tregua que me
brinda la esperanza, y la quietud
de los fantasmas es un insólito suceso,
que anestesia a mi conciencia
ayudándome a olvidarnos.
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