Te busqué como quien
busca en mitad de una
sopa de letras
una palabra conocida.
No fue a propósito,
más bien fue azar
que tu nombre y tu
apellido resurgieran
sin esfuerzo en mi cabeza.
Reconozco haberme
ilusionado, después
de tantos años
volveríamos a hablar.
Tal vez la estupidez
empañó mi adolescencia
edulcorándola y, otorgué,
sin merecerlos,
méritos a quien no los
poseía, o quizá fuiste
tú mismo el que regaló
a la ignorancia
lo poco que sabías
por entonces.
Una vez nos parecimos,
pero el tiempo nos
ha vuelto diferentes y
aunque a mi eso no
me importa tú pareces
ser clasista.
No te haré perder más
tiempo, volverás
a tus quehaceres,
yo me iré
por donde vine
y nunca más te buscaré.
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