o en qué momento mi sonrisa se volvió una mueca imperturbable,
indiferente, que se dibuja cada día a sí misma queriendo simular
lo que no es. Ni recuerdo por qué me convertí en esa extraña que
desde el espejo me devuelve una mirada, hueca y vacía, enmarcada
en unos ojos que ya no reconozco.
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