cubículos de ego e indiferencia,
alicatados de aversión y enemistad,
de las que se hayan nuestros cuerpos
ataviados.
Mentiras que se escurren en la tele
y que escupen los diarios a los sordos,
los ciegos se creen sabios, entre ellos,
e ignoran todo aquello que adolecen.
Los rostros, de quien ciñe las cadenas,
se ocultan tras caretas de piadosos
y tildados son de locos los que gritan:
¡El embuste está acabando con nosotros!
Cuál es la realidad y cuál la sombra.
¿Quién sueña con salir de la caverna?
Si el que logra, con esfuerzo, llegar fuera,
tras un paso se acobarda y da la vuelta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario