domingo, 3 de noviembre de 2019

Abuelo


Camina cansado y arrastra los pies 
junto al saco de los años.

Respira más despacio, exhalando un aire 
que el tiempo ha ido haciendo más pesado.

Sus ojos, ya nublados, llueven más que de costumbre y,
su sonrisa, incompleta y descuidada, 
sólo sale los domingos.

Las huellas del pasado, que hoy anidan en su rostro,
al palparlas le recuerdan quién ha sido. 

Y en su mano temblorosa, apresado un cigarrillo, 
se consume como lo hace su memoria. 

En su ausencia, mientras mira al infinito, 
la nostalgia hace acto de presencia.

Y es el miedo el que le abraza cuando piensa
que la vida se le escurre entre los dedos, 
que las horas van pasando menos lentas y, con ellas, 
van perdiéndose sus sueños.

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