Hiéreme con tus palabras y ódiame todos los días.
Imagina formas, las que quieras, de vengarte.
Aliméntate de orgullo si es lo que deseas,
desprecia lo que fuimos
y créete las mentiras que fabricas para hundirme.
Entierra los escombros naufragados del amor que me
entregabas,
junto con el maltrecho corazón que, sin saberlo, te
arranqué.
Deshazte de mis fotos o recórtame de ellas,
y prende los recuerdos que nos unen
con la furia contenida que guardas sólo para mí.
Regocíjate de mis miserias, fracasos y desdichas.
Celebra, en soledad, cada una de las lágrimas que vierto.
Vístete cada mañana de rencor y pesadillas,
donde el más dulce regalo sea verme padecer
en este mar de cadáveres que sólo buscan tu perdón.
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