Espero que el sabor de la venganza
fuera tan dulce como esperabas,
que tus labios, impregnados de revancha,
estén saciados después de darle
tantos tragos a mi calma.
Eres la reina del engaño,
y caí sin esperarlo en tu elaborada
telaraña de mentiras.
No suplicaré por tu regreso,
no lamentaré que te hayas ido,
no derramaré lágrima alguna
si no apareces nunca más.
Soy, después de haberme resignado
a guardar las decepciones que me has dado,
alguien que no espera nada de nadie.
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